miércoles, 4 de diciembre de 2013

Economía de Al-Ándalus (ss.VIII-X) Vol.I

A partir del siglo VIII se produce una introducción del sistema económico musulmán en la península, y tendrá diferentes fases implantación debido a las diferencias sociales y culturales entre la sociedad hispano-visigoda existente y la musulmana.

La sociedad hispano-visigoda era fundamentalmente rural, mientras que la andalusí era urbana y artesana.



De este modo aparecerán tres etapas en la evolución de la economía andalusí en la península:

     Autarquía (711-730):



Con la súbita y rápida conquista musulmana y la instauración del Emirato de Córdoba (Dependiente del Califato de Damasco) se da inicialmente un período en el que se mantendrán los sistemas de producción latifundista visigodos y a quienes se les solicitará tributos que irán destinados a Córdoba. No obstante, este período destacará por ser autárquico y conservar una economía de subsistencia, ya que no se puede transformar tan rápido las tierras conquistadas, es una etapa en la que hay bastante trueque y poca moneda, ya que las «cecas necesitan un fuerte control.






A pesar de ello la producción fundamental será la de cereales en secano que proporcionará una cosecha al año. Se mantiene el cultivo del olivo y la vid.
La explotación ganadera (sobre todo lanar) es trashumante buscando pastos en migraciones Norte-Sur en invierno. Esta ganadería proveía de lana, lácteos y cuero.


         Economía Comercial (siglo IX):





Durante este período, tras la huida de Abd al-Rahman I como consecuencia de la revuelta abasí que derroca a los Omeyas en Damasco y su proclamación en la península a su llegada como Emir, decide independizarse de Damasco (Emirato Independiente de Córdoba).










En esta etapa la economía se regirá por la oferta y la demanda, un aumento de la urbanización, aumento del uso de monedas, una mejora en los transportes, y sobre todo una serie de mejoras agrícolas que permitirán la aparición de excedentes.
Los mercados ahora estarán dirigidos a abastecer a los centros urbanos en expansión.
Se requerirá más oro y plata para la fabricación de monedas, esclavos para el trabajo en el campo, y «madrasas» para estudiantes.

Asimismo, la última fase de esta etapa será el comercio exterior con el excedente generado, y conectar así Al-Andalus con el exterior. Se establecen rutas para obtener oro y esclavos de Sudán, y alumbre de Oriente Medio; y aumentan las producciones de cuero de la Bética, las espadas de Toledo, las uvas pasas, cereales y aceite.

Se crea además una marina de guerra y de comercio, andalusí; y que a partir de este período le llevará a dominar el mediterráneo, creando numerosas colonias comerciales.

     Mercado Urbano (siglo X):



Durante esta etapa y tras frenar las ambiciones de los núcleos cristianos del norte peninsular y las revueltas internas, Abd al-Rahman III decide proclamarse califa (jefe político y religioso de los musulmanes) e instaura el Califato Omeya de Córdoba, coincidiendo con el Califato de Bagdad (abasí) y el Califato de Cairuán (fatimí).










La máxima preocupación de esta etapa será la de abastecer los mercados de los Grandes centros urbanos como podían ser Córdoba o Granada, conseguir contratos comerciales para vender productos en estas ciudades sería el deseo de muchos y grandes comerciantes.

Durante el siglo X se introducirán las mejoras en los sistemas de regadío a través de los sirios (especialistas en ellas) que trae la aristocracia árabe (y caracterizarán por el prefijo de sus nombres Beni-). Estas mejoras permitirán que se pueda cultivar arroz (muy productiva frente a la general producción deficitaria de cereal) y que en general se lleguen a obtener tres cosechas en vez de una.

La intensificación de los cultivos cuya explotación está coordinada por el Estado, además de la introducción de nuevos terrenos para su uso, y las dos cosechas de excedente, beneficiarán sobre todo a los comerciantes.

Se incrementará la acuñación de moneda, lo que implicará una necesidad aun mayor de oro y plata, y para ello será a su vez necesario una conquista militar de ciertos territorios africanos para conseguir estos materiales, además de esclavos.


En consecuencia se registra durante esta etapa un aumento de la recaudación tributaria por parte del Estado para el Califato de Córdoba.

Córdoba queda unida mediante rutas comerciales con el Mar Negro, el Mar Báltico, la India, y China.



Mientras tanto...

 el territorio cristiano del norte aunque comienza la lenta repoblación hacia el sur de las zonas fronterizas vacías entre ambos reinos, sigue estancado en una economía rural que no rebasa el sistema económico del intercambio. Un gran problema al que se enfrentarán es que cuando conquisten grandes ciudades, carecerán de las redes y recursos suficientes para abastecerlas.



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Las instituciones de Al-Ándalus Vol. I

El Califa es la cabeza política y religiosa del Islam (al menos en teoría). Solo podía haber uno, e inicialmente ya había un califa en Damasco, que finalmente se trasladará a Bagdad y que gobernaba todo el mundo musulmán. Pero ahora en al-Ándalus había otro que renunciaba a cualquier lazo (excepto el comercial) con el resto del territorio musulmán.

Haciendo una pequeña analogía, es como si el Papa fuera a la vez sumo pontífice de la Iglesia y emperador. La diferencia fundamental entre un rey y un califa, es que mientras un rey depende de la autoridad papal en el plano religioso, el califa ostenta a la vez poderes políticos y religiosos. Pero este es un terreno muy grande, que de ninguna manera puede gobernar una persona sola, de modo que en un principio el califa dividió su vasto  imperio en subterritorios más pequeños llamados emiratos, que son gobernados por emires en los que el califa delega su poder político en esa zona.

En muchos casos, con el tiempo los emires dejarán de obedecer al califa, proclamando la independencia de sus emiratos como fue el caso de al-Ándalus, pero religiosamente aún lo aceptarán. No obstante, el emirato de Al-Andalus después se transformará en Califato. En el caso de Al-Andalus, cuando Abd al-Rhamman III se siente lo suficientemente fuerte, y se autoproclama Califa, cambiando el emirato por un califato independiente del de Damasco, crea también una ruptura religiosa.

Con el paso del tiempo el título de Emir se acabará convirtiendo en un título nobiliario más, equiparable en los reinos cristianos a Conde, Duque, etc.

Después dentro de los emiratos están las provincias, llamadas Coras «kura», administradas por los «Wali» (En Al-Andalus existía una de Sevilla, otra de Granada, Toledo...) la mayoría se corresponderán con lo que tras la fragmentación del califato de Córdoba se conocerá como reinos de taifas.
Finalmente, en un ámbito administrativo más pequeño tenemos a los «cadies», que se encargan de las ciudades o distritos «Iqlim», a parte de realizar su función de jueces.

Para dirigir la administración, los abbasíes crearon el cargo de visir (wazir) que lo controlaba todo por delegación del califa. La administración se dividió en numerosos ministerios que recibieron el nombre de «diwanes». Entre éstos destacaban el del «tesoro», que controlaba la fiscalidad y elaboraba los presupuestos del Estado; el de la «cancillería», el de «correos», el de «policía», el de «justicia»,…


 


viernes, 15 de noviembre de 2013

Geo-política de Al- Ándalus Vol. II (ss. IX-X)

Al-Ándalus: emirato independiente  s.IX

Mientras continúa la lenta reconquista desde el Norte, el único miembro omeya que sobrevivió a la matanza de los Abbasíes, Abd al Rahman I, huyó a al-Ándalus y consiguió ser nombrado emir. Así procedería a romper con todos los lazos que unían al-Ándalus con el califato abbasí de Bagdad excepto en el plano religioso.
Abd al Rahman I inició la tarea de construcción de un estado independiente en alÁndalus, pero para ello necesitaba tres cosas:

        Un ejército.
              Unos ingresos económicos fuertes.
              Sofocar las posibles revueltas de sus enemigos.

Esos fueron los tres frentes de Abd al Rahman I, quien para consolidar el poder firme sobre al-Ándalus introdujo el sistema dinástico de sucesión. Logró traer la paz entre los distintos grupos musulmanes. Y sería con él con quien daría comienzo el emirato independiente desde el 756 al 929. Durante estos años configuró un estado centrlizado con una estructura administrativa más estable y una fuerza mercenaria compuesta por bereberes del Norte de África y esclavos comprados en el sur de Europa.

De entre los sucesores de Abd al Rahman I que siguieron su tarea de consolidación del estado, destacará sobre todo el cuarto gobernante del emirato independiente, Abd al Rahman II (822-852) que llevó a cabo una modernización de al-Ándalus incorporando elementos orientales, recaudando más impuestos, reforzando el Estado, ampliando el ejército y fundando nuevas ciudades como Úbeda, Murcia y Jaén.

 Sin embargo los emires de esta segunda mitad del siglo IX encontraron grandes problemas de disolución del emirato, al levantarse en distintos lugares de al-Ándalus algunos nobles musulmanes contra el poder centralizado del emir. Era el caso de la familia de los Banu Qasi en torno a Zaragoza, los Ibn Marwan en torno a Badajoz, y Omar ben Hafsun centrado en Bobastro (Málaga), y que estuvieron a punto de terminar con el emirato independiente.

Solo el poder fuerte del emir Abd al Rahman III consiguió poner fin a estas revueltas y reunir de nuevo en sus manos el territorio de al-Ándalus.


Al-Ándalus: El califato s.X


Abd al Rahman III empieza una nueva etapa en la historia de la Hispania musulmana, el «Califato de Córdoba» que abarca el período entre 929 y 1035.

La época del califato de Córdoba es el período de máximo esplendor político, económico, comercial y cultural de al-Ándalus; con un califa que decide separarse totalmente del resto del mundo musulmán.
Abd al Rahman III tras recobrar el control de al-Ándalus que había sido perdido con las sublevaciones de los Banu Qasi, Ibn Marwan y Omar ben Hafsun, reunió en su  persona el título de califa en 929, jefe espiritual y temporal de todos los musulmanes y protector de las comunidades no musulmanas bajo su jurisdicción.

Su autroploclamación como califa tenía una doble finalidad:
                 Mostrar su dominio sobre los territorios recuperados de al-Ándalus.
                  Demostrar su capacidad de independencia frente al nuevo califa surgido en el Norte de África al tiempo que se adelantaba al peligro de la competencia que éste podía suponer.

El Califato de Córdoba se convirtió en la primera economía comercial y urbana que floreció en Europa desde la desaparición del Imperio Romano. La capital y ciudad más importante del Califato, Córdoba, era la principal ciudad europea de esa época.

El Califato de Córdoba culmina el desarrollo de la civilización hispanomusulmana tanto en su organización política y la administración de sus recursos como en el florecimiento de una viva e intensa actividad cultural. El Califato nunca tuvo una estructura administrativa fija, pero modeló un estado centralizado donde una de las piezas más importantes sería la del «hachib» (primer ministro) y que dirigiría la política administrativa de las provincias y las campañas militares, además de otros asuntos encomendados al califa. Bajo su control directo se encontraban los «visires» cuyo número varió de forma constante con los años.

En el Califato se pueden distinguir claramente tres etapas diferenciadas.
Primero tuvo lugar el período de dominio efectivo de los califas Omeyas (Abd al
Rahman III y Al-Hakam II) entre el 929 y el 976, bajo los cuales el califato se convirtió en uno de los centros políticos, económicos y culturales más importantes del Occidente medieval.

En segundo lugar transcurrió el período Amirí (976-1009) en el que Hisham II (hijo de Al-Hakam II) sube al trono con menos de 10 años y el gobierno es asumido por su primer ministro, Muhammad ibn Abí Amir al-Mansur, más conocido como Almanzor (981-1002).

Sólo quedaba una persona en el camino de Almanzor, y esta era el general de los ejércitos «Yapar al-Mushafí». Tras lograr darle muerte Almanzor se hace con el poder de los ejércitos con el beneplácito del pequeño Hisham II. Desde entonces sus expediciones asentarán su poder por encima del califa (al que dominará) y harán temblar a los reinos cristianos. Nada menos que 52 campañas realizó Almanzor entre los años 978 y 1001.

Algunas de ellas recayeron también sobre el Norte de África.

Sin embargo, perdió la vista por las heridas sufridas en la batalla de Catalañazor, y finalmente murió en 1002 aunque se desconoce dónde (se cree que en Medinaceli). El problema vino al nombrar sucesor a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, lo que generó una guerra interna entre los sucesores de Hisham II y los de Almanzor.

El tercer período se da a partir de 1010 cuando Hisham II recupera el trono y tres años después vuelve a perderlo, a partir de ese año el fin del Califato se precipita. En esta época se recurrió sistemáticamente a la «Yihad» (guerra santa) contra los reinos cristianos, obteniendo importantes pero inútiles victorias militares, y en la que el poder real se le había quitado al califa. Esta etapa de lenta destrucción del Califato se denomina «fitna» (fraccionamiento) y que duraría hasta 1031 cuando finalizaría el gobierno de Hisham III (iniciado 4 años antes) y que daría comienzo a la aparición de los Reinos de Taifas.

Cada taifa se identificó al principio con una familia, clan o dinastía. Sin embargo, la disgregación del califato en múltiples taifas, las cuales podían subdividirse o concentrarse con el paso del tiempo, hizo evidente que sólo un poder político centralizado y unificado podía resistir el avance de los reinos cristianos del norte.
Careciendo de las tropas necesarias, las taifas contrataban mercenarios para luchar contra sus vecinos o para oponerse a los reinos cristianos del norte. Incluso guerreros cristianos, como el propio Cid Campeador, sirvieron a reyes musulmanes, luchando incluso contra otros reyes cristianos. Sin embargo, esto no fue suficiente y los reinos cristianos aprovecharían la división musulmana y la debilidad de cada taifa individual para someterlas. Al principio el sometimiento era únicamente económico, forzando a las taifas a pagar un tributo anual, las «parias», a los monarcas cristianos.


Sin embargo, la conquista de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI de Castilla hizo palpable que la amenaza cristiana podía acabar con los reinos musulmanes de la península.

Ante tal amenaza, los reyes de las taifas pidieron ayuda al sultán almorávide del norte de África, Yusef ben Tashfín, el cual pasó el estrecho y no sólo derrotó al rey castellano en la «batalla de Zalaca» (1086), sino que conquistó progresivamente todas las taifas, dando lugar a los segundos y terceros Reinos de Taifas.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Geo-política de Al-Ándalus Vol. I (s. VIII)

La ocupación musulmana de la península.


El pueblo árabe de religión musulmana o mahometana fue conquistando territorios desde Arabia, al llegar a la península denominaron a la zona al-Andalus. En la península aunque inicialmente este pueblo invasor era muy variado (una minoría árabe, una mayoría bereber, y sirios y yemeníes) paulatinamente fue dando lugar a una nueva civilización, mezcla de la tradición cultural bética y las tradiciones árabes; en esta zona se desarrolló la cultura, la ciencia y el arte en un mundo muy urbanizado.

Grandes diferencias les separarían de los cristianos del norte que se refugiarían en las montañas ante la rápida invasión musulmana desde el Sur. No obstante, en su progreso hacia el norte, los musulmanes fueron derrotados por los francos al pasar los Pirineos, así que la frontera árabe quedó establecida en los Pirineos.

La conquista de la península por parte de Tariq, Musa, y Abd al-Aziz; fue tan fácil y  rápida (711-714) por varios motivos:

Los conquistadores permitieron que muchos nobles hispano-visigodos conservasen sus tierras y su poder, pero ahora bajo el control musulmán, mediante pactos o capitulaciones.
           La conquista fue aceptada sobre todo por el campesinado, que lograba así liberarse de sus odiados señores visigodos.
          Ante el avance musulmán, los territorios que capitulaban sin resistencia recibían muy buen trato, conservar sus propiedades, costumbres y religión, a cambio de un tributo.

Por ello, los musulmanes no encontrarían casi resistencia hasta llegar al Norte donde algunos nobles y aristócratas se revelaron, se produce entonces la conocida escaramuza de Covadonga con el noble don Pelayo, y que daría inicio a una muy lenta reconquista.

Las causas de la invasión fueron:

        La fuerza expansiva del Islam, tanto religiosa como social.
       Superioridad militar, con una gran movilidad estratégica y gran capacidad directiva de sus mandos.
       La Idea de Guerra Santa.
       Debilidad de los visigodos por las luchas políticas internas, la división social estamentaria, los problemas económicos, y la falta de previsión de los reyes visigodos.


Al-Ándalus: emirato independiente  s.VIII


Al-Ándalus entre los años 711 y 759 fue una provincia dependiente del califato Omeya de Damasco con «emires» como gobernadores árabes, y éstos eran nombrados por el «Califa» que gobernaba el vasto imperio árabe (jefe religioso, militar y político). La capital para este emir de al-Ándalus se estableció en Córdoba.
Inicialmente no tenían la idea de establecerse sino de conseguir botines, pero su derrota en Poitiers (732) hizo ver a los invasores que se acababan las posibilidades de lograr más riquezas, por lo que se plantearon el asentamiento definitivo en la Península.

Al-Ándalus fue una provincia del Califato omeya con capital en Damasco hasta el año 750 en que los Abbasies acabaron con los omeyas. La provincia tenía un emir (gobernador) designado por el califa, pero los siguientes emires eran nombrados por la autoridad cercana que tuviera más fuerza y que no siempre era el califa. Ello provocaría una gran inestabilidad en los nombramientos, en 45 años de emirato se sucedieron 21 gobernadores.

La tarea de los emires dependientes de Damasco era la de controlar el territorio para organizar el nuevo estado. Se trataba de implantar la nueva forma política, religiosa y económica de la administración califal.

Sin embargo, aunque los invasores representaban el 0,75% de la población peninsular, los problemas fueron mayores entre los propios invasores debido a su procedencia diversa (árabes, bereberes y sirios) que frente a la población autóctona.

Por ello, una vez terminada la etapa de toma de botín, los soldados bereberes se rebelaron y hubo que llamar a los sirios para sofocar la revuelta, pero éstos a su vez se mostraron exigentes en sus peticiones.

Los campesinos dependientes de los latifundistas godos se vieron libres, y fue este grupo social de pobres campesinos el que sufrió la transformación más profunda ya que pasaron de dependientes a libres, de hablar latín a hablar árabe, y de ser cristianos a ser musulmanes (ya que su formación como cristianos era tan débil que no tenían inconveniente en cambiar de religión).

Este proceso de islamización de al-Ándalus se vio favorecido por tres circunstancias:

               1.  La inmigración de musulmanes.
               2Los matrimonios mixtos de hombres musulmanes con mujeres cristianas que educaban a sus hijos en el Islam.
               3.  La conversión hispano-visigoda.




sábado, 9 de noviembre de 2013

Las invasiones de los pueblos germanos en Hispania Vol. IX

Dificultades económicas al fin del  reino visigodo.

Según las crónicas, se constata que antes del 710 se produjeron una serie de malas cosechas y por lo tanto hambrunas, la peste de 693 entró por Septimania y afectó a todo el reino, se extreman las medidas contra los fugitivos, los nobles se esfuerzan por retener al mayor número de siervos posible debido a que se perdieron muchas vidas con la peste.

Todo esto frenaría el comercio regional y haría que comenzara a acuñarse la moneda con menos peso del metal.

El malestar social en el fin del reino visigodo

Por si fuera poco en un ambiente de fuerte crisis, las diferentes facciones de la nobleza siguen peleándose, por conseguir mayor riqueza y poder, se produce una diferencia abismal entre la minoría poderosa y la mayoría humilde. Así, el Aula regia dicta las leyes de Égica por las que se toman medidas contra el bandolerismo, contra la fuga sistemática que comenzaba a darse de esclavos, se confiscan bienes a los judíos, etc.

En el XVI Concilio de Toledo se dictaron además varias leyes contra el suicidio que comenzaba a darse, esto nos indica en que situación se encontraba la población.

Religión y cultura en el fin del reino visigodo

Además, este malestar social se aprecia también en la entrada masiva de población en las órdenes monásticas intentando escapar del hambre y de pagar impuestos. Incluso algunas élites nobiliarias entrarán a formar parte del clero.

 La Iglesia destacará en este período fundamentalmente por la simonía y por una vida privada licenciosa del clero (debido a la nueva gente que entra a formar parte de él).

No obstante, el concepto de Iglesia irá ligado al de literatura y cultura, ya que será gracias a ella por la que obtendremos los escritos que nos dejaron San Isidoro de Sevilla, San Julián, Ildefonso, etc.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Las invasiones de los pueblos germanos en Hispania Vol. VIII

La crisis política de los visigodos.


Gracias a todo lo relatado en las crónicas de la época podemos conocer lo que aconteció durante el período de declive visigodo, aunque no sea demasiado.

En el año 711 entraron los musulmanes en Spania y en menos de 8 años ocuparon casi todo el solar peninsular poniéndolo bajo tutela del califa omeya de Damasco. Los contemporáneos se hicieron eco de este suceso, y ello es visible en la «Crónica Pacense» o «Continuatio Hispana» de 714, escrita probablemente por un clérigo de Toledo. Para su autor la ruina del reino visigodo constituyó la mayor catástrofe de la historia de la humanidad.

Ya desde comienzos de la historiografía del reino asturleonés, se fue formando una explicación del suceso de 711. En las confecciones de estos autores se observa claramente la idea de “providencialismo”, es decir, que se debía a la Divina Providencia y que a cada catástrofe correspondía un Juicio de Dios.

La «Crónica Mozárabe» de 754 es la más reciente a los hechos. El autor se lamenta amargamente de la "pérdida de Spania" a manos de los invasores árabes, pero silencia los hechos de la resistencia astur.
Así, para la «Crónica Rotense» (San Pedro de Roda), la ruina se debió a un juicio de
Dios por razón de los pecados de Witiza y los obispos, así como a la traición de los hijos del primero.

Para el autor de la «Crónica Profética» de 883, también se debió a un juicio de Dios.
Esta idea se mantuvo en la historiografía posterior, como en la «Crónica Silense» del siglo XII y la «Crónica de Jiménez de Rada» del siglo XIII.

 Desde el punto de vista árabe tenemos las Crónicas de los tres hermanos Ar-razi, y las de Ibn Hayyán. No obstante, cualquier crónica no relata la verdad absoluta, ya que en todas se acaba mintiendo por interés, o equivocándose por ignorancia.

En los siglos XVII-XVIII, coincidiendo con las nuevas corrientes de pensamiento, hay un interés por ofrecer fuentes más depuradas, si bien no será hasta el siglo XIX cuando la crítica histórica presente hipótesis ciertamente razonadas.
 
▪ Félix Dahn: 

Así, en 1870 el alemán Felix Dahn era de la opinión que la crisis del reino godo no se debió a la invasión musulmana, sino antes bien a su propia descomposición interna, y daba como causas:
                                La desaparición de los pequeños propietarios.
                                El partidismo de la nobleza.
                                La lucha entre Iglesia y Estado.

▪ Simonet:

A partir de ese instante, los historiadores comenzaron a observar en los factores internos las verdaderas causas de la desaparición del estado godo de Hispania. Para el francés Simonet, las cuestiones endógenas fueron:
       El no lograr una verdadera fusión de razas, con minorías rebeldes.
      La profunda desigualdad social.
      La debilidad de la monarquía respecto de la nobleza.
      La corrupción administrativa y política.
    
 
▪ C. Sánchez Albornoz:

 Para C. Sánchez Albornoz, la pérdida de Spania se debió a:
             La lucha secular entre monarquía y nobleza, hecho que facilitó la extensión de los lazos de dependencia.
             La disminución de los hombres libres.
             El aumento de poder de la nobleza.
             La corrupción de la administración pública.
             La intromisión de la Iglesia en asuntos políticos.
             La protofeudalización del ejército.
             La formación de clientelas. La falta de fervor religioso.


▪García de Cortázar:


García de Cortázar es de una opinión parecida. A su juicio, en los momentos previos a la invasión, el reino estaba en crisis y en trance de desaparición como entidad política. Él cree que se conjugaban varios factores:
    


        Causas económicas (como malas cosechas, hambruna y pestes).
        Causas sociales (como minoría de ricos y mayoría de pobres, daría lugar a sublevaciones).
        Causas políticas (como la lucha de los linajes por el poder).
        Crisis institucional de la monarquía (los propietarios libres pasaban a ser dependientes de los magnates y latifundistas, mientras que la monarquía quería realmente una centralización)

Factores políticos, rebeliones u conjuras.

El triunfo de las aristocracias con la degradación del poder público hace que se confundan la propiedad con la autoridad, situación que permitió a los altos funcionarios convertirse en propietarios de los territorios que administraban.

En los últimos 15 años del reino visigodo la mayoría de la sociedad está marginada de poder decidir y contemplan con pasividad e indiferencia las peleas de los nobles. Debido a ello el espacio político se fragmenta en pequeñas células que sólo miran por sus interese propios y más inmediatos. A la muerte de Witiza en 710 se recrudeció la lucha por el poder entre dos facciones nobiliarias rivales, las familias de Chindasvinto y de Wamba. La nobleza, finalmente, entronizó a Rodrigo (perteneciente al primero de los bandos) con ayuda de la Iglesia en el Concilio de Toledo. Sin embargo, los descendientes de Witiza proclamaron rey a su hijo Agila II, que había sido asociado al trono por su padre. En esta situación de auténtica guerra civil, se produjo la intervención en Spania de los musulmanes.




Las funciones militares, fiscales, públicas y privadas se unen en la persona de los grandes propietarios. Disminuye la hacienda pública. Y por último en el XIII Concilio de Toledo se aprueba la protección de los grupos nobiliares, evitando que siervos y libertos fueran ascendidos a tal categoría por sus servicios, los nobles que fueron perseguidos durante el reinado de Wamba fueron indemnizados y garantía a los nobles de que serán juzgados por un tribunal de sus iguales. Además, Ervigio revisó el Liber Iudiciorum y cambió su sentido.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Las invasiones de los pueblos germanos en Hispania Vol.VII

Hola a  todas  y todos,

Hoy  para variar un poco, dejaré  de lado la palabra escrita para mostraros  un pequeño vídeo-resumen   sobre  las invasiones  germánicas en la Península Ibéirca












Podéis encontrar multitud  de vídeos  en la red  que os pueden resultar  útiles para la comprensión de estos temas, desde sencillos y  cortos  a  un poco más complejos y largos. Yo  os animo  a que busquéis  si tenéis interés. Sobre todo  a los estudiantes, pues  es una manera   mucho más dinámica  de estudio, comprenderéis y captareis mejor y más rápido el discurso histórico.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Las invasiones de los pueblos germanos en Hispania Vol.VI

La ciudad y la vida urbana


A partir del siglo V se produce una ruralización de la población que va emigrando de las «civitas» a los «vicus», por ello muchos de los vicus terminarán por amurallarse.

No obstante, las ciudades que no desaparecen conservarán todos los edificios públicos romanos que ya tenían y se añadirán otros como:

·Arquitectura militar: Murallas, fosos, portones, palacios fortificados,…
 ·Arquitectura religiosa: Palácios episcopales, oratórios, conjuntos de monastérios,...
 ·Arquitectura civil: Almazaras, Casa del Concejo, Cárceles, etc.

Sin embargo, a partir del siglo VI ya no se podrá distinguir la arquitectura visigoda debido al proceso de aculturación que sufren los visigodos asumiendo los rasgos hispanoromanos.



  La sociedad visigoda.

La organización social de la heterogénea población visigoda conservará la división social, es decir, las grandes diferencias entre las clases adineradas «patricios» y los siervos. Ahora podremos distinguir:

                                La nobleza

La nobleza visigoda a nivel político recibe el nombre de «magnates», y éstos están habitualmente instalados en la corte, ostentan cargos políticos y religiosos, además de a su vez ser poseedores de grandes latifundios en sus respectivos vicus o grandes palacios en las ciudades.

Pero la nobleza será propensa a rivalidades entre los distintos linajes, en general contra el linaje más alto y con más poder, el de los «balthos», del que formarán parte la gran mayoría de los monarcas del siglo V.Es una clase ociosa.

                                         El clero

El clero irá ganando privilegios sobre todo a partir de la conversión general de la población al cristianismo en el Concilio de Toledo, y de su entrada en el Aula Regia.


Los obispos vivirán en las ciudades con palacios episcopales y ostentarán un poder político (en el Aula Regia) y un poder religioso (en los Concilios de Toledo).
Sin embargo, es de ellos de quienes depende la recaudación de impuestos y el nombramiento de cargos judiciales, ya que los obispos son personas letradas y suponen una garantía de gestión. Esta delegación de poder de la monarquía sobre la iglesia se lleva a cabo para poder controlar mejor a la plebs y justificar así de algún modo su legitimización divina como monarcas.
De este modo, una parte de la justicia cae en el «conde» de la ciudad en Primera
Instancia, pero es sobre el obispo en quien recae en Segunda Instancia.
El patrimonio de los obispos iba incrementándose gracias a los cargos públicos remunerados que ostentaban, las herencias que recibían y las tasas cobradas en los procesos judiciales; pero lo que realmente constituía su sistema de autofinanciación era la «simonía» (la venta de cargos religiosos generalmente comprados por magnates).

Así que siendo una clase exenta de pagar impuestos, solían dedicarse a conceder préstamos, mientras además tenían el monopolio sobre la enseñanza. Es una clase ociosa.

                         La plebs urbana

La plebs urbana estará constituida por aquellos ciudadanos libres que no provienen de la nobleza, que desempeñan actividades comerciales y que viven en ciudades. Sobre ellos y sobre el campesinado rural recaerá la carga fiscal del Reino.


Dentro de esta plebs encontramos a los marginados, un grupo constituido por pobres, prisioneros de guerra, personas con defectos físicos, etc.